Ora por mis sacerdotes

Febrero 3/2011

̴ María, María Auxiliadora, ¡Qué hermosa eres mamá María! (Tengo una visión de la Santísima Virgen María).

«Es el tiempo de la cosecha espiritual.  La siembra, la poda y el arado, ya han pasado por vuestra vida. La cosecha, la cosecha ha comenzado y no parará; porque para que dieras frutos era necesario triturar – como se tritura la uva-  para sacar el mosto, y el viñedo quedó listo».

«Hoy el mundo se destruye, ya no se ora, el mundo se destruye por falta de amor; amor al Padre, amor al Hijo, amor al Espíritu -el Espíritu de la verdad- el que trae la paz a los corazones perturbados, tristes y desanimados. Pedid esa paz que tanto necesita el mundo».

«Vosotros, sí todos vosotros, os habéis consagrado a mi Inmaculado Corazón y por ello pedid a mi Hijo; que es a través de vuestras súplicas, que vuestras familias obtendrán la paz. ¡No os canséis de orar!».

«Tú, pequeña, pedid también a los ángeles del cielo; para que te ayuden con la misión en la tierra. Porque ahora empezarás a ver tu misión, habrás de empezar nuevamente. Los caminos por recorrer son muchos. Ellos, los ángeles guerreros, siempre te acompañarán. 
Mi Hijo y Yo vamos preparando tu camino; el camino, de los que irán contigo».

̴  Jesús coloca estas palabras en mi corazón:

«Lee siempre la Palabra, la verdad, que te daré, el discernimiento y entendimiento más profundo de mis enseñanzas. Todo lo que hacía en el tiempo que estuve en la tierra, era dirigido por el Espíritu del Padre. Por eso cuando te levanto en la madrugada te estoy llamando, porque en la soledad y en el silencio tú escuchas mi voz y mis palabras».

«Yo también oraba en la madrugada, ataba y encadenaba los demonios que a esa hora andaban sueltos.  Salían y siguen saliendo a perturbar las almas de mis hijos, las almas que por redención son mías y que Yo las he comprado a precio de mi sangre. Por eso, cuando te llamo al amanecer y a la madrugada, es para que tú también ates esos demonios que andan sueltos perturbando y extraviando a mis pequeños».

«A ti, se te ha armado con las armaduras de la verdad, con los dones y carismas de mi Espíritu.  Expulsarás demonios, pisotearás serpientes y tomarás el veneno de las víboras y serpientes y a ti nada te pasará, porque Yo, “el Señor”, vivo en ti y tú en mí».

«Hijita, no temáis porque yo veo y se todo lo que necesitas. Tú brillaras, como brilla el sol, cuando se acaba la noche.  Es cierto, muchos no creen en tus palabras, pero no os preocupéis. Tú sólo pronuncia lo que Yo te digo. Sí, este pueblo tonto y ciego, sordo y mudo; es sobre ellos sobre quienes la maldición recaerá. Tú solo pronunciad y aclamad el evangelio».  

 «A mí, “el Señor”, el hijo de Dios vivo, a mí tampoco me creyeron. Aún los maestros de la Ley estaban tan confundidos y celosos, porque mi Padre me permitía ver dentro de sus corazones y dentro de sus vidas, algunos de ellos vivían ya fuera de la ley. Por eso les hablé con palabras fuertes».  

̴ ¿Qué les dijiste maestro?

«Fariseos, sepulcros blanqueados por la soberbia, por el orgullo, por la avaricia, por el poder de creer que solo ellos podrían hablar de mi Padre. Ellos eran vivos y estaban muertos por dentro, porque en su corazón no existía el verdadero amor».

«Por eso hoy, vuelvo de nuevo; porque mis Sacerdotes están sufriendo del mismo mal, son sepulcros blanqueados. No me ven cuando celebran y consagran mi Eucaristía; muchos no son dignos de mí, muchos os critican como iglesia. Pero sus corazones y sus manos, no están limpias para consagrar mi cuerpo en la Eucaristía; donde todos los días y en todo instante estoy presente en el mundo».

«Yo estoy vivo y muchos de mis sacerdotes ven esto como un ritual más, es que aún no me conocen. Otros visitan sitios para descansar y relajar sus cuerpos y en esos lugares sólo encuentran más contaminación y seducción de Satanás.  Ellos se han dejado cegar porque creen que tienen el poder que les da la Iglesia».

«Pero ellos, también están confundidos.  Muchos de ellos se condenarán, sino cambian de actitud.  Otros practican el mentalismo, van a que les hagan masajes y que les den otro tipo de terapia para sus cuerpos, es que no saben o no recuerdan mi Palabra. ¡Fariseos!, ¡sepulcros blanqueados!, no tienen fe en mi presencia; porque sus cuerpos y sus mentes tienen eso que llaman stress, porque no habitan en mi presencia, porque no creen en mí, porque no saben que realmente vivo».

«Sí, sí, sí, lo predican en sus homilías; lo predican en el pulpito a mis ovejas, porque parece que han dejado de ser sus ovejas desde que desconfían en mi presencia. Soy Yo el que las pastoreo, no ellos; porque con eso, sólo contaminación y pecado a mi Iglesia han llevado».

«Todo aquel que pise otras puertas; que visite otros médicos que llevan la medicina tradicional, todos esos sacerdotes se están condenando.  Porque es Satanás quien los está invitando, engañando y sumergiéndolos en la obscuridad, de manos que no son consagradas al Señor.  Son guantes utilizados por Satanás, para ejercer sobre mis sacerdotes un control y una contaminación, de la cual no quieren salir».

«Sus almas se obscurecen, sus espíritus cambian de la vida a la muerte – también sus actitudes- ya no sonríen, ni hay paz en el alma de mis sacerdotes. Es que se han dejado seducir por el mal, por la mentira y el engaño. Pequeña, ora por ellos; ora por ellos para que sus manos y sus cuerpos no lleguen a arder en el fondo del infierno; ¡por que más les convendría no haber nacido!».

̴¿Por qué? 

«Porque están contaminando e infestando a mi pueblo, a mis ovejas. Porque más que eso, a ellos los consagré como mis sacerdotes santos, para que consagraran mi cuerpo y mi sangre. Y sus manos y corazón están sucios y untados de Satanás».

«Cuando ellos tocan mi cuerpo, esas infestaciones se burlan de mí, porque esos demonios están presentes con mis Sacerdotes, en mis Sacerdotes. Es como Satanás quiere, tener la abominación en la Iglesia».


EL MENSAJE A LA LUZ DE LA PALABRA

«Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.  Replicando Jesús le dijo: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”».  (Mateo 16,16-18).

 675 «Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirála fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20), desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)».
Catecismo de la iglesia católica 675 la última prueba