¿quiénes sois?
Noviembre 13/2010
La transfiguración del Señor.
¡Sí, la cúpula cristalina!
Vosotros sois los cristales,
los cristales limpios y relucientes.
El reflejo y la radiación de los colores,
de los diafragmas que se reflejan en el día.
Vosotros sois la luz,
la esencia del color
-de los colores diamantinos de mi Padre-
¿Quiénes sois?
Solo sois lo más importante para el Padre,
¡Sois su creación!
Sois sus hijos inocentes y amados.
En vosotros está depositado mi amor.
Mi esencia,
mi luz,
¡Los rayos cristalinos!
Algunos de vosotros,
podéis observaros
-Cuando os reflejáis-
en aquello…que llamáis espejo.
Podéis ver la radiación,
que sale de vosotros.
Eso eres,
¡la misma radiación del Padre!
¡Preparaos!,
preparaos, en el amor.
No juzguéis y no series juzgados.
El tiempo del dar,
el tiempo de demostrar quienes sois,
el tiempo de dejar que vuestros hermanos me vean,
¡está cerca!
Vosotros, permanecéis en Mí.
¡No dudéis!
Sí,
para vosotros los tiempos son difíciles…
¡pero no lo son!
Estoy con vosotros,
como estáis en Mí
¡No temáis!
Pasará lo que tenga que pasar,
ello no os afectará.
¡Permaneced!.
en mi palabra,
¡permaneced!,
en mi Presencia …
¡Permaneced en Mí!
Pero solo así,
¡Yo permaneceré en vosotros!
¡No!,
no dudéis en Hablarme.
Os escucho,
y es más …
os veo, en vuestros afanes.
¡La tierra, qué experiencia más bella!
Allí …
¡allí se aprende a amar!,
a amar con entrega,
a amar de verdad,
a amar con el silencio del amor,
a amar a vuestros hermanos.
No seáis indiferente ante el dolor.
¡El dolor del hermano,
también es tu dolor!
Recordad que sois familia,
«La familia celestial»
y como tal debéis actuar,
debéis comportaros.
Pues vuestro Padre Celestial,
os lo ha enseñado,
a través de sus profetas,
a través de sus reyes,
– los que eligió-
Si, Él los eligió para hacerlos grandes
Y hacerse glorioso a través de ellos.
No olvidéis sus mandamientos:
«Amarse los unos a los otros como yo os he amado».
Pues, siempre os amo y espero vuestro regreso…
a mi hogar del cual saliste,
al hogar de tu Creador,
al hogar del Padre,
al hogar de la felicidad,
¡al hogar!
Mi casa.
Vuestra morada eterna.
Y: Segui escuchando estas palabras en mi corazón y escribiendo
¿Y qué es la Eternidad?
La eternidad no es otra cosa,
que habitar en mi Presencia.
Porque sois mi eterna creación,
cuando mi Hijo se manifestó en luz,
¡Su luz Brilló!
Como el cristal más resplandeciente,
que jamás se haya visto.
Porque Él es mi amado
-Como vosotros, lo sois-
Tal vez, aún, no te veis como Él,
¡Porque estáis aprendiendo!
!Sí, mis pequeños!
Estáis a aprendiendo a amar,
a despojaros de todo aquello
que no necesitáis.
Se os dio mi amor y se os da mi amor:
a través de mi palabra,
de mi escritura.
Del ejemplo sagrado
-que mi Hijo amado os dejo-
No perdáis el tiempo,
cuando sabéis, quien sois:
¡Sois mis amados Hijos!
Y aquí he estado
Esperando por
Vuestro regreso
¡No os perdáis!.
Acogeos a mi misericordia
y a mi bondad.
Os amo,
como nunca os he amado.
Digo como nunca os he amado,
puesto que hay mucha confusión en vuestro espíritu.
Regresad a Mí
¡Os amo!
El mensaje a la luz de la palabra
«Luego, bajó Moisés del monte Sinaí y, cuando bajó del monte con las dos tablas del Testimonio en su mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con él. Aarón y todos los israelitas miraron a Moisés, y al ver que la piel de su rostro irradiaba, temían acercarse a él». (Éxodo 34,29-30).
«Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida por encima de sus cabezas». (Ezequiel 1,22).
«Toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de rotación». (Santiago 1,17).
«La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a su luz, y los reyes de la tierra irán a llevarle su esplendor». (Apocalipsis 21,23-24).
«Su fulgor es como la luz, rayos tiene que saltan de su mano, allí se oculta su poder». (Habacuc 3,3).
«Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido». (I Corintios 13,12).
«Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios —con— ellos, será su Dios”». (Apocalipsis 21,3).
«Yo que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen en mí no se queden en la obscuridad». (Juan 12,46).