Introducción

«Hija mía, levántate y escribe»                  

Este libro es una recopilación de mensajes, dictados por el Señor, en donde se plasma la infidelidad de las naciones, al pacto del amor, que ha sido sellado con la sangre del Cordero Inmaculado.

Esta sociedad está ciega, sorda y muda; al igual que lo estuvieron algunas civilizaciones del pasado, que olvidaron los decretos ordenados por Dios para regir a su pueblo.

Ya no se ora, ya no se comparte la palabra, ya no se vive en la ley del amor. Todo es obscuridad; el mundo se ha dejado segar y seducir por las obras de Satanás. Solo obscuridad hay en las vidas de los humanos; que no comparten la chispa del amor, que se depositó en vuestros corazones, en el momento de la creación.

«Por eso, sino cambian de actitud, ya que están violando toda ley  (hablo de la ley de Moisés y el mandato nuevo del amor), esta civilización será borrada por mi Padre; con la furia del aire, el agua, el viento y toda la fuerza de la naturaleza».

«Arrepentíos y volved a Mí, que mis brazos aún están abiertos para todo aquel, que quiera acogerse a mi misericordia. Recordad que el amor del Padre por su creatura es infinito. Pero llegará un tiempo que se agotará mi misericordia y mi mano caerá sin piedad sobre toda nación que no cambie sus actitudes de libertinaje, es decir, de pecado».

«Pobres de los Gobernantes de la tierra, que han hecho mal uso de su poder y que no han adorado al Señor Dios con toda su alma, con todas sus fuerzas y todo su ser. Porque han llevado a su prójimo a condenarse, como ellos, en el fuego del infierno; pues no han tenido temor de Dios, redactando y aceptando leyes de hombres corruptos que sirven a satanás».

«Y pobres de mis Sacerdotes, que también se han dejado seducir por satanás, que ha vendado sus ojos para traer la abominación a la Iglesia. Para todo líder, de cualquier raza o nación que ha pastoreado mis ovejas, y las ha llevado hacia la abominación, más le valdría no haber nacido. Para ellos también es el fuego del infierno».

«Arrepentíos, lavad vuestros vestidos, purificad vuestra alma; porque el tiempo se acorta y solo el Padre sabe el día y la hora, en que llegará el Señor a segar y recoger su rebaño… las ovejas de mi Padre, que son las que disfrutarán las bodas del Cordero».

«Tened listas vuestra maletas, con cargas ligeras y desbordadas de amor. Solo así, podréis gozar del reino de los cielos.  ¡Os Amo!».

«¡Orad, arrepentíos, ayunad!». Es a través del Corazón Inmaculado de mi Madre que muchos regresarán y se convertirán para ver su salvación.

¡Os amo!».

                                MENSAJE A LA LUZ DE LA PALABRA

 
 Las siguientes citas bíblicas ayudan a la comprensión de la introducción, que ha sido dictada por el Señor:
 

« Entonces, Moisés invocó a Yahveh, y Yahveh le mostró un madero que Moisés echó al agua, y el agua se volvió dulce. Allí dio a Israel decretos y normas, y allí le puso a prueba».( Éxodo 15,25).

«Que incline nuestros corazones hacia él para que andemos según todos sus caminos y guardemos todos los mandamientos, los decretos y las sentencias que ordenó a nuestros padres». (I Reyes 8, 58).

«Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también». (1 Timoteo 2, 1-5).

«Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad».(Apocalipsis 22, 14).

 

«La revelación privada no trae ninguna verdad doctrinal nueva, porque toda la revelación ha concluido con Cristo.  El escritor refuerza cada mensaje a la luz de la Palabra Divina, la Santa Biblia, para que todo aquel que no la haya leído, no peque por omisión, ni se deje engañar por falsos profetas, falsas doctrinas, cayendo en herejías y apostasía, adorando así dioses falsos y olvidándose de los mandamientos y del mandamiento del amor. Respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”.» (Lucas 10,27).

Esta obra es un llamado urgente a la conversión, una invitación a recibir la misericordia, el perdón « Al oír esto Jesús, les dice: “No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.» (Marcos,2:17) y la gracia divina, a traves de una vida sacramental, adoración eucarística, oración, penitencia.

Este, no solo es un llamado a la humanidad a la conversión, «Más ahora todavía – oráculo de Yahveh – volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llantos, con lamentos. “Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se ablanda ante la desgracia» (Joel 2, 12-13) sino a su vez una advertencia. –para evitar grandes tragedias, que vendran a consecuencia del pecado de la humanidad  y prepararse espiritualmente, al encuentro con el Señor, porque el tiempo se acorta:  «Más de aquel día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre».(Mateo 24, 36) .  

«Ya que vendrán grandes calamidades para la humanidad, lo que viene para la tierra es fuerte. Vendrá la hambruna, escases de alimentos, la tierra seguirá temblando, muchos lugares y ciudades desaparecerán. “No busquéis la muerte con los extravíos de vuestra vida, no os atraigáis las ruinas con las obras de vuestras manos, que no fue Dios quien hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes».(Sabiduría 1, 12-13).

«Aún hay tiempo, para regresar a Dios con un corazón contrito; quien como Padre amoroso, camina con su pueblo, ama a su pueblo, lo busca con todo corazón y espera que la humanidad regrese a Él, porque somos sus hijos y su alegría.

Dios llamaba a los profetas a hablar a su pueblo: «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mi». (Jonás 3, 2.).

Dios sigue hablando hoy a su criatura, a sus hijos, haciendo un llamado concreto para la salvación de las almas. Esta serie de mensajes y revelaciones privadas, comienza a recibirlos el escritor en el año 2007, saliendo hasta ahora a la luz; después de pasar un proceso de oración, discernimiento y obediencia a las personas correspondientes de la autoridad de la Iglesia.

 

Todo comenzó una tarde del mes de marzo, venía conduciendo de mi trabajo de regreso a casa (alrededor del medio día), cuando de repente mi corazón empezó a latir sin parar; latía cada vez más rápido, como si se me fuera a salir, sentía algo que jamás había experimentado y lo que pensé fue: Me va a dar un ataque al corazón!  (Aunque no sufro de la presión, azúcar o sobrepeso), así es que cambié de rumbo hacia el hospital más cercano, pero de un momento a otro todo cambió.

 Mi corazón latía normalmente, yo podía sentir su palpitar con una frecuencia regular, pero con una sensación diferente, ( como la que se siente cuando estás enamorado, ya que al ver al ser que amas tu corazón salta de alegría, tu corazón arde y se regocija con ese encuentro; era algo así lo que experimentaba en ese momento).  Aún no entendía realmente que estaba sucediendo, lo único que podía sentir era la necesidad de escribir. Así que busqué un lugar donde parquear el carro, cerca había un parque con vista al mar, me detuve y antes de bajar del auto tomé lápiz y papel; busqué un sitio en donde sentarme y comencé a escribir lo que se me decía a mi corazón, esto era inusual, pues era como si me dictaran las palabras que tenía que plasmar en el papel, la mano no paraba de escribir hasta que finalizó.

 Pensé que ya había terminado de escribir y de repente, una vez más, tenía que escribir, colocando la firma al documento dictado: «Yo Soy».  Ante esta experiencia, tan sublime y mística, estaba anonadada y a la vez en un estado de negación. Siendo catequista desde mi juventud, conocía «La Palabra de Dios», por tanto quien firmaba y su significado: «Dijo Dios a Moisés: “Soy el que Soy” y añadió: “Así dirás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros”». (Éxodo 3,14). Por consiguiente, no podría ser que el Padre Celestial le hable a su creatura, llena de defectos y sin una pureza de espíritu, ni mucho menos santidad.

 Guardé el escrito con un significado muy profundo para mí. Por algún tiempo solo oré y callé, porque lo más seguro era que si comentaba a alguien lo que me había sucedido, no lo iría a entender o a creer y posiblemente se burlaría de mí.  Siendo ingeniero de profesión, a los ojos de la razón y de la ciencia, era imposible lo que me había sucedido.

Pero así es, algunas veces se quiere entender a Dios a través de juicios, de argumentos, razonamientos humanos, pruebas científicas para confirmar su existencia: “El, que tiene en su mano el alma de todo ser viviente y el soplo de toda carne de hombre”. (Job 12, 10).  Pasaron unos meses y el sábado de pascua, mientras cantaba en el coro, la misma fuerza sútil me invadía con su poder y colocaba palabras que resonaban en mi corazón. Para no olvidar lo que se me decía, tomé lápiz y papel y escribía nuevamente el segundo mensaje: «Yo he pasado por aquí, lleven la paz, sean la paz, sean la luz…», siendo testigos de ello los hermanos del coro.

 Así es que poco a poco los mensajes y las visiones se fueron haciendo más frecuentes, los recibía en momentos de oración, meditando el rosario, ante la presencia del Santísimo en adoración, de día, de noche. Claro está que llevaba una vida sacramental, ayuno, oración contemplativa y comunitaria. Frecuentemente el Señor me despertaba a la madrugada a orar, a escribir y a enseñarme.

 Recuerdo que éste tiempo fue lleno de la gracia del Señor.  Creo que vale la pena mencionar, que desde mi corta edad me agradaba estar en la capilla del colegio, entrar en el silencio, orar, contemplar el sagrario,  y de pequeña tenía visiones y sueños de eventos que pasarían más tarde.  Pero nunca cuestioné nada de ello, porque alguna vez le conté a mi párroco lo que  me sucedía y me dijo: «No te preocupes, debe ser que ves mucha televisión».  Pero la verdad era que estaba inscrita en varias actividades  y la televisión no era mi  favorita, ni tenía tiempo para ello.

  Viene a mi mente un día, en el que nos reunimos a orar con un grupo de hermanos; mi mamá  estaba con nosotros, hicimos un momento de reflexión y silencio y cuando levantamos nuestra mirada estábamos todos cubiertos de escarcha plateada, nuestros rostros brillaban luminosamente y fue una de las manifestaciones más grandes y palpables de la presencia de Nuestra Señora.  De aquello hace más de treinta años.

 Bueno, prosigo, sabiendo que todo esto  me estaba sucediendo, oré y le clamé al Padre Celestial para que me enviara los medios, las personas, los sacerdotes que me guiaran en el discernimiento correcto y que también me confirmara de donde provenían estos mensajes, pues está escrito: «No extingáis el Espíritu, no despreciéis las profecías, examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal». (1 Tesalonicenses 5, 19-21). Continúe en ayuno y oración y el Señor se encargó del resto.

Primero el Señor envió un Sacerdote carismático que estaba de vacaciones en Boston, con quien tuve la oportunidad de compartir los mensajes y él me dijo:  «Guárdalos, porque vas a recibir más mensajes y escribirás un libro». Así es que obedecí.

En abril del 2012  fui  con los hermanos del grupo de oración carismática, San Pio de Pietrelcina, a una misa que tendría un servicio de sanación una vez terminada. La persona que hacía esta oración era el Hermano Frank Kelly, un instrumento de Dios a quien el Señor sana milagrosamente en 1985, de lo que pudo haber sido una dosis letal de electricidad; regalándole días más tarde el don de sanación, profecía y muchos carismas para la gloria de Dios.  En el momento que Frank Kelly oró  por mí (probablemente 2-3 minutos), sin conocerme, me dijo: «Escribes palabras hermosas, poemas que tienes que dar a conocer, pues es el Señor quien escribe contigo». Me dio el nombre de los Santos intercesores y así confirmó una vez más éste regalo que me había sido entregado.

Pero aún yo buscaba a alguien que me acompañara en esta etapa; ya que el sacerdote de mi parroquia no me podía ayudar, porque no tenía la experiencia carismática.  Así que oré nuevamente al Señor, pidiéndole me confirmara una vez más todo lo referente a estas alocuciones y manuscritos.  Quería saber de dónde provenían, si eran de mi humanidad, de Él o del espíritu del mal. Por ello cuando escuché que el Padre Fortea, (de quien había leído varios libros), estaría en Boston en una conferencia, me inscribí para participar en ella. El Padre Antonio Fortea, es un sacerdote católico español, teólogo, especializado en demonología y en temas referentes a ángeles y demonios, posesiones diabólicas y exorcismos.

 A dicha conferencia se inscribieron más de 200 personas, entre ellos sacerdotes, religiosos y  laicos.  El auditorio estaba lleno, yo por supuesto iba como espectador.  Su conferencia fue una enseñaza enriquecedora para mi vida. Quedé asombrada cuando el Padre Fortea empezó a orar en don de lenguas.  A medida que él oraba, la presencia del Espíritu Santo se desbordaba en la audiencia y la palabra del profeta Joel se cumplía entre nosotros: «Escuchen lo que sucederá en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre cualquiera que sean mortales. Sus Hijos e hijas profetizarán, los jóvenes tendrán visiones y los ancianos tendrán sueños proféticos» (Hechos 2,17).  Podía ver,(con los ojos del alma),  un gran fuego detras del Padre Fortea, que escribía en la pared “YO SOY EL QUE SOY”.

Posteriormente tuve otra visión, me fue mostrado San Miguel arcángel (altísimo), sobre la cúpula del Vaticano, atravesando con su espada la serpiente. Recuerdo, el Padre Fortea dijo en este momento: «El Señor está dando visiones y mensajes proféticos, para darlos a conocer a la comunidad reunida este día. Por favor ¿Quiénes son?». Cuando él pronunció estas palabras sentí como si se me hubiera dado una orden para decir lo que estaba en mi corazón y así lo hice.  Sé que otros hermanos también dieron el mensaje que el Espiritu de Dios daba para esa comunidad reunida  y estos confirmaba las visiones, la manifestacion que había tenido en ese momento. Con esta experiencia vivida, se confirmaban nuevamente los carismas recibidos por el Espíritu Santo.

Como las visiones y mensajes continuaban, sentía la necesidad de encontrar un acompañamiento espiritual y después de una difícil búsqueda, de tocar muchas puertas y recibir incluso el rechazo de algunos sacerdotes; en el año 2012 ­para la gloria de Dios­, el Señor respondió  mi oración y me permitió conocer a quien es hoy en día mi Director Espiritual, Fr. José Eduardo Marques, Sacerdote Brasilero, fué director del Apostolado Brasilero y Portugués, de la misma arquidiócesis de Boston y ex director de la renovación carismática de estas comunidades y hoy en día exorcista de la Arquidiócesis de Boston.

 En el año 2012 ingreso como alumna de la Escuela de Formación de la Renovación Carismática, de la Arquidiócesis de Boston; cuyo Asesor Espiritual es el Padre Francisco Anzoátegui, sacerdote mexicano, Director del Apostolado Hispano, Director de la Escuela de Formación y de la Renovación Carismática; quien ha sido no solo mi profesor, sino quien me ha ayudado en el discernimiento de las alocuciones y crecimiento espiritual.

Agradezco Al Padre Celestial, por haberme dado la oportunidad de conocer al Diácono Julio Cesar Vargas (que en paz descanse), nacido en República Dominicana, donde recibió el título de Abogado; enseñó en la Escuela de Evangelización para Servidores Católicos en el Boston Collegue; fue profesor de la Escuela de Formación de la Renovación Carismática, un gran pilar en la enseñanza y discernimiento de Dones y Carismas; quien no solo me enseñó lo concerniente al respecto, sino que me acompañó y guió en el crecimiento y discernimiento de los mismos.

 Doy gracias al Padre Daniel Gagnon, OMI, Sacerdote estadounidense, Psicólogo, radicado en México, Codirector del seminario Mayor de la Provincia de México-Guatemala-Cuba de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada; trabaja en las investigaciones de las religiones desde 1988, fundador del grupo: REDIMIR (Red de investigaciones de Movimientos, Iglesias y Religiones). Actualmente es el Vicario de la Comisión Arquidiocesana sobre la Defensa de la fe  para la Arquidiócesis de México. Ha escrito siete libros sobre la defensa de la fe católica y seis libros sobre los peligros de la nueva era (New Age). 

Por todo su apoyo y dar a conocer algunos de los mensajes y lo que el cielo esté pidiendo para este tiempo,  para la salvación de las almas.