los estados del alma

Enero 13/2013 9:55 am

«Hija, hijita pequeña, cuánto deseaba que hicieras nuevamente silencio en tú corazón, para que pudieras escuchar mi voz nuevamente. Te he estado esperando en la soledad de tu alma. Siempre, siempre  -tú lo sabes-  siempre estoy contigo y me regocijo cuando me amas, cuando me hablas, cuando me imploras y me suplicas por tus hermanos. Sigue amándome, sigue amándome, sigue proclamando la palabra de mi Padre».

«El mal quiere acecharos, quiere destruiros; pero como una leona en celo, me levanto para defenderte de todo ataque y de cada flecha incendiaria que quiere poner en tu vida y en tu familia. No te preocupes, ya te he dicho, he puesto una coraza en contorno a tu vida. Es mi amor y mi sangre redentora que no deja, ni dejara jamás que te vuelvan a hacer daño».

«Hija: ¿me amas? “̴∼Sí Señor, tú sabes cuánto te amo y te agradezco tu amor, tu misericordia y dulzura con mi alma y mis seres queridos”.  Hijita, no estéis triste; en tu corazón he dejado mi amor, para que lo compartáis con otros ¡Sonreíd, cantad, alabad! Sé que ves las tristezas de tus hermanos y el vacío de las almas y sientes la desesperación, ante las angustias de todo aquel que clama tu ayuda».

Ora ora ora

«No te preocupes, tú ya sabes, solo ora, solo ora. Habla del perdón, de la conversión, del arrepentimiento; pues si no hay contrición de corazón, no hay perdón y por tanto no hay conversión. Un corazón contrito, un corazón arrepentido, llora por el mal que ha hecho. Se siente abatido, triste y desolado por el error que cometió, se siente sucio y sin valor.
Habla, hija mía, del examen de conciencia. Habla, hija mía de los estados del alma».

«Cuando saliste de mis manos, con el soplo de mi aliento, saliste con mi espíritu; un espíritu limpio para amar. Pero a medida que crecéis, al no tener a alguien que os hable, quien conozca del estado y de la pureza del alma, quien os enseñe desde pequeños: Perdéis la gracia que recibís a través de mi Espíritu en el bautismo y vuestra alma va cambiando de un estado de lo divino, a lo mundano…».

Santo Tomás

«…Y vuestra alma se deja confundir con los engaños que ya Satanás, quiere venderos desde pequeños, quiere apartaros de mi Presencia, de degustar las mieles de mi alma. Y al no tener quien os profundice en la enseñanza del amor  -porque todos, casi todos, se han olvidado del verdadero amor divino y pocos se encargan por buscarlo y cultivarlo- se olvidan de mi presencia y se desconectan de la vid…».

«…Los sarmientos se secan y el alma obscurece. Los espejos del alma que brillaban como los rayos del sol, ya no dan más luz y os agobia la tristeza y el cansancio y os dejáis confundir con las cosas terrenales y no volvéis la vista a la morada de mi Padre -que habita en lo más profundo de vuestro ser-  pues con el pecado y el ruido del mundo no, no has permitido, que Él haga morada en vuestras almas».

«Por eso hijita, hablad de la importancia del arrepentimiento, de la contrición del corazón, para que el alma vuelva a brillar. 
Tú has visto los reflejos de la luz que salen de los corazones de vuestros hermanos, pero también has visto los estados de obscuridad y muerte, donde el alma se obscurece totalmente. Y llega la muerte, cuando habitáis en el pecado».

«Habéis visto hija, como los corazones se obscurecen cuando se revuelcan con Satanás y como las almas no pueden ver la luz. Pues se han dejado confundir y cegar por esas presencias de obscuridad y de posesiones y opresiones que no os dejan dormir. Son almas obscuras porque se han olvidado de mí, porque se han alejado de mí, porque no me conocen…»

«… porque el mal, siempre esta ahí para engañar, seducir, robar, dividir y robar lo que le pertenece al Padre. Como un ladrón entra a las vidas y se posesiona de las almas. Por eso hija, habla de mi misericordia, habla de los estados del alma. A medida que el alma deguste más de mi presencia, de mi amor; su luz, su vida cambia, todo se transforma, sus rasgos físicos cambian».

 «Seguirán experimentando situaciones en el mundo, pero la actitud de vuestra vida se transforma y el alma se limpia y brilla como un cristal o un espejo reluciente enfrente a los rayos del sol. Porque vuestra luz, es la luz que alumbra las naciones y el universo entero. Por eso cuando mi hijo habló, os dijo: “Yo soy la Luz”, porque Él es la luz, el camino que lleva al Padre, el único camino que os trae a la morada eterna de mi alma».

«¡Él es la luz, luz de luces sobre toda obscuridad !  Buscad el amor, buscad los estados de vuestra alma. Pensad. ¿Cómo te gustaría que estuviera vuestra alma? Podría hablaros de los colores que se degradan desde el blanco, el transparente, el café, el marrón, el gris; la suciedad revuelta y el color de la ausencia total de la luz: ¡La muerte! Pensad… ¿En cuál de estos estados se encuentra vuestra alma?»

«Para que la purifiquéis y la tengáis lista para las bodas del cordero, [tan limpia y pura como el agua cristalina, que cae de los páramos y las montañas. Más pura que los rayos que se filtran con el sol, porque así vuestra alma vuelve de regreso al amor divino] recordad: Solo el amor, solo el amor divino, podrá salvar vuestras almas».
«¡Os amo!».
 
«Sigue amando, sigue orando, sígueme amando en tus hermanos; el amor fiel que siempre te ha amado y jamás te dejara de amar. No temas, voy delante de ti y de tu lado jamás me he ido.

Tu Jesús el amor de tu alma. 

¿Me amas? ∼“Sí, Señor” mío. Apacienta mis ovejas. Os amo, ¡mi Madre os protege!».

El mensaje a la luz de la palabra

362 «La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que «Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente» (Gn2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios».16

363 «A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: «alma» significa el principio espiritual en el hombre».17

366 «La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc.Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es «producida» por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final”».18

908 «Por su obediencia hasta la muerte (cf. Flp 2, 8-9), Cristo ha comunicado a sus discípulos el don de la libertad regia, «para que vencieran en sí mismos, con la apropia renuncia y una vida santa, al reino del pecado» (LG 36): «El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable». (San Ambrosio, Expositio psalmi CXVIII, 14, 30: PL 15, 1476)19

1493 «El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras examinar cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión de las faltas veniales está recomendada vivamente por la Iglesia. No te avergüences de confesar tus pecados, no te opongas a la corriente del río». (Eclesiástico 4, 26)20