Llevad mi presencia
Junio 6/2010
¡Orad, orad, orad hija mía!
Permaneced en mi presencia, que yo permanezco en Tí.
¡No temáis!
Tú eres luz de mi luz; la luz no se oculta, porque da brillo.
¡Salid!
¿Por qué dudáis y a que teméis?
Permaneced en mi presencia.
Yo soy vuestro refugio, Yo soy la protección de tu alma.
No temáis, id por el mundo y bautizad.
A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados;
a quienes bendigan en mi nombre, quedan bendecidos;
a quienes sanéis en mi nombre, ¡se sanarán!
Llevad mi palabra,
llevad mi presencia.
Llevadla a mis hermanos…
serán sellados con el poder de mi Sangre.
Habitad siempre en mi presencia,
porque estaré contigo hasta el final de los tiempos.
Vendrán tiempos difíciles,
pero vosotros solo orad.
Regocijaos en Mí, en mi presencia.
Te daré mi luz, para que brilles;
te daré mi Espíritu, para que ames;
te daré mi vida, para que vivas.
Tú estás en Mí y Yo estoy en Ti!
¡Ámame!
– como Yo te amo-
Entrégate toda a Mí
y traed a mis hijos de regreso a Mí.
¡Bendecid!,
¡Bendecid!,
¡Bendecid en mi nombre!
Serás libre,
como libre es mi Espíritu.
Habitad en Mí.
¡Os amo!
El mensaje a la luz de la palabra
«Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por símismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí». (Juan 15, 4).
«Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre». (Lucas 21,36).
«Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres». (Filipenses 4,4).