Porque os he dado mis milagros
Febrero 15/2012 5:10 a.m.
Milagro eucarístico de Lanciano
¿Por qué os he dado mis milagros?
Los milagros de mi Padre os los he dado,
para que creáis
– que después de 2000 años-
¡aún vivo!
Estoy vivo en medio de vosotros,
estoy vivo en vosotros.
“El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí
y Yo en El,
y el Padre en mí
y Yo en El”.
Pero mis milagros vienen del Padre.
Se os han sido dados,
como señal del reino de Dios;
como signo de que Yo,
los he elegido y los he ungido;
como señal,
del poder de Dios en ustedes;
¡como señal del poder de Dios!
Porque mi Padre tiene el poder para liberar,
porque mi Padre tiene el poder para sanar,
porque mi Padre tiene el poder,
¡para rehacer esos corazones heridos!
Es a través de la unción de su Santo Espíritu
-mi Espíritu-
que os renovamos y os hacemos vasijas nuevas.
Pero ¿qué esperáis vosotros?
Algunos el milagro para resolveos vuestra vida
y se olvidan de vuestra ingratitud
y se olvidan de vuestro pecado,
de vuestra indiferencia ante el mundo,
de vuestra indiferencia ante la sociedad y la humanidad.
Vosotros buscáis mis milagros…
como una pastilla,
como una medicina para cuerpo.
No me buscáis,
no me llamáis,
no me habláis y no pedís que sane vuestros corazones,
-porque es allí de donde viene tanto dolor acumulado-.
Siempre he estado aquí,
cerca de vosotros para sanar esas heridas,
(que no os dejan ser felices).
Hoy estoy aquí,
-como lo he estado siempre-
Esperando que me hables,
esperando que me ames,
¡esperando tú regreso!
Aquí estoy Yo,
-con mi corazón abierto-
Para calmar la sed de amor y sanar el vacío de vuestras vidas.
Deja que te ame;
conoce lo profundo de mi bendito amor,
para no mendigarlo en la calle.
Ven, mis brazos están abiertos para consolarte, para abrazarte.
Ven a mí, para que mis milagros se hagan realidad en ti.
Ven a mí, para hacer de ti, la creatura que Dios Padre quiso hacer de ti.
Ven a mí, porque te amo.
¡No me dejes solo, ahora que sabes que te amo!
Tu Amado Jesús.
Te espero en mi sagrario.
Yo vivo en un eterno presente, Yo no me he ido.
Por eso sigo derramando mi sangre, por vuestros pecados,
para la salvación del mundo entero.
Por eso mi sangre, aún se derrama en todos los altares del mundo entero.
Porque estoy vivo para que me amen,
para que allí me adoren,
para que allí, me busquen y encuentren mi amor y mi misericordia.
Allí me uniré a vuestros corazones,
allí me uniré a vuestras vidas, allí me uniré a vuestra alma,
allí … os sumergiré en mis llagas
y os cubriré con mi infinito amor.
Pequeña hija,
sigue conversando
y te seguiré hablando.
Veo lágrimas de alegría
y de tristeza,
por aquellos que no me ven.
Pero esa es tu misión:
“Dejar que ellos sepan que estoy vivo …
en un eterno presente”.
Sigue con tus quehaceres,
te seguiré hablando.
¡Te amo!
El mensaje a la luz de la palabra
«Esta Generación pide un signo del cielo». (Marcos 8,11-13).
«El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». (Juan 6,56).
«Él les dijo: “A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas”». (Marcos 4,11).