os he dado Mis Virtudes
Octubre 13/2013
« ¡Hija mía, Escribe! »
«Hoy mi Corazón se entrega nuevamente al mundo -al mundo- para que se refugie en mi presencia. Mi corazón está abierto, para que la luz de mi Hijo pase -a través de mi corazón- a vuestros corazones; para que penetre la obscuridad de vuestras conciencias, para que alumbre vuestro existir. Abrid vuestros corazones, abrid vuestras manos, abrid vuestro ser, para que nos recibáis en vuestro interior».
«Hoy mi niña, se derraman muchas gracias en vuestras vidas y en todos los que han esperado este momento y se han preparado interiormente para mi regreso. Yo no regreso porque estoy siempre con vosotros, como lo está mi Hijo. Aquí siempre estamos, con nuestros corazones unidos, esperando que vosotros nos dejéis habitar en vuestros corazones, en vuestros hogares, en vuestro existir».
«Hoy derramaré mi gracia de Amor Santo, sobre cada uno de vosotros que habéis preparado vuestra morada, para dejarnos habitar en vuestro existir. Hijita no dudéis que es mi presencia en medio de vosotros, en medio del mundo sin Dios, en medio del dolor, la desesperación y las guerras, la agonía del mundo; de un mundo que se sume en el abismo y se hunde en la oscuridad».
«Por eso hoy he venido a vosotros, porque vosotros sois la luz del mundo. Y todo el que abra la puerta, para que mi Hijo entre, allí será depositada esa luz; la luz de la virtud de la esperanza, porque sin ella estarías en desasosiego. Para vosotros, la esperanza es de que mi Hijo viene pronto; como “el Señor”, “el Cordero”, “las bodas del Cordero”.
«Por eso, os invito a que esté is siempre preparados para recibirlo diariamente; os invito a que lo llevéis a los que no lo conocen y habléis de esta gracia que os dejo:
“La fe”, que es otra de mis virtudes; hace que vosotros seáis fuertes ante todo aquel que os habla, que mi Hijo no es Dios. Para que todo aquel que profesa otra enseñanza no venga a querer confundiros».
«La fe, para que estéis seguros de que ante la presencia de mi Hijo todo es posible.
¡Solo El basta!; Él es el todo, de todo lo creado; Él es el todo, de nuestro
existir; Él es el todo, de todo vuestro caminar; Él es el alfa y el omega … ¡ el principio y el fin de vuestro existir! Sin Él no podrían llegar al Reino de los cielos».
«Por eso os dejo la virtud de la fe, para que creáis que Él vive en la Hostia consagrada. Es su cuerpo el que se entrega, es su sangre que se da, para lavar vuestros pecados. La fe que muchos desean tener. Os robustezco con esta divina gracia».
« ¿Y aún os preguntáis que cómo se llega a Dios?, Solo con vuestro amor, el amor así mismo y el amor al hermano; mis niños no hay otra gracia más fuerte que está. Por eso os invito a que hagáis nuevamente un examen de conciencia, para ver en qué estáis fallando, en qué estáis separándoos de Dios; en qué estáis cayendo grandemente, que rompéis el velo que os separa de mi Hijo».
«Tal vez no sabéis perdonar, como lo hizo mi Hijo. Revisaos, porque este es el gran regalo del perdón; el perdón a vosotros mismos, el perdón a los que os ha ofendido. El perdón, que, si no lo tomáis en serio, se acumula en vuestro corazón. Como una raíz crece el rencor en vuestro corazón y vuestros corazones se tornan fácilmente duros, ante la presencia del amor».
«Mis niños, Yo los invito a perdonar -como perdonó mi Hijo- porque si no lo hacéis no podréis entrar en el reino de los cielos. Os regalo la gracia del perdón, de la iluminación de vuestras conciencias; para que veáis cómo estáis ofendiendo al Padre, al Hijo y al Espíritu. Si, a mí también me ofendéis cuando veo que vosotros no me aceptáis como vuestra Madre».
«Mis niños, es a través sólo del amor, que llegáis a ver a mi Hijo y como Él os dijo: “El que ve al Hijo, ve al Padre”. Por eso os pido que seáis obedientes y que reviséis vuestra conciencia y vayáis al sacramento de la confesión; de la reconciliación con el Padre y con el Hijo, para que vuestras almas se tornen limpias para Dios y así podáis recibirnos en vuestros corazones -limpios y puros- y podáis entrar a la cena del Señor».
«Mis niños, mi corazón se llena de alegría, al verlos reunidos con mis rosas. Si, las rosas del rosario que vosotros me ofrecéis, son el arma más fuerte; son el arma que os he dejado para que batalléis contra el ejército de Satanás, que cada vez se quiere hacer más fuerte cuando vosotros permitís que él entre a engañaros; cuando os salís de la gracia divina, es decir, cuando pecáis … cuando caéis».
«Os pido que os mantengáis en continua oración. Rezad siempre conmigo, porque yo rezo con vosotros; rezad en familia, que Yo, vuestra Madre estoy siempre con vosotros. No olvidéis,orad y rezad desde lo íntimo de vuestro ser, es decir orad con el alma y con corazones contritos para que vuestro rezo llegue a Dios».
«Mis niños, os bendigo. Muchos recibirán otras virtudes y gracias según lo quiere el Padre. Os amo. Y a mis elegidos los sacerdotes, que aún comulgan con la voluntad divina, todo mi amor y protección divina; a ellos, a quienes me aman, mi amor santo y divino. Hija a los que mi Hijo ha elegido, ¡para ellos de la alto les envió mi manto!».
«Os amo, os amo, os amo».
Tu Madre. La Reina del Cielo. María.
EL MENSAJE a la luz de la palabra
«Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.
María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”. Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel dejándola se fue». (Lucas 1, 26-38).