de mis llagas sigue brotando sangre

Agosto 23/2012  11:46 p.m.

Cáliz

“Hija mía. Soy Yo, en medio de vosotros, mi corazón se ha estado preparando, para que vosotros vinieran a compartir mi pasión. He estado aquí, los tiempos, hijita no cambian y las generaciones parecen ser las mismas que las que estuvieron en Nínive y en Gomorra.

Mis manos, mi cabeza, mis pies siguen sufriendo. De mis llagas, sigue brotando la sangre, porque aún tengo las heridas. Tengo compasión y misericordia por vosotros. Pero muchos no me ven, ni saben que mi sangre se sigue derramando.

Hijita, mi dolor se incrementa, pero también estoy cansado de vuestro pecado, el pecado que hará borrar, muchas ciudades del mundo entero, se barrerá más de la mitad de la tierra, será barrida, por la inclemencia del fuego y del agua.

!Hijita, hijos, oren, oren,oren¡, hablen de mi sangre preciosa, el tiempo de mi agonía se acorta. Porque estoy triste, por vuestra falta de amor. Tanto sacrificio, para que nadie se acuerde de Mí, solo vosotros, los pocos que me aman, a vosotros los amo y los protejo.

Pero no sabéis cuanto es mi dolor, ese dolor será el que sufran muchos, cuando vean lo que va a pasar. No, aún no creen en Mí, ni en mi sangre.

Hijos, sigan orando porque aún estoy crucificado por ustedes, aún más me crucifican, no critiquen, no juzguen solamente amen, amen, para que otros vean mi amor y mi misericordia que he tenido con ustedes y con sus familias.

Cristo

Preparo vuestras almas y vuestros corazones, para que me amen y me den a conocer, sed fuertes, sed valientes, aunque muchos me nieguen, ustedes no me nieguen, estoy con vosotros y en vosotros. Os amo.

«Oren, ayunen, ofrezcan mortificación por las almas que se pierden o se van a perder“. “Mi Sangre os protege siempre.”

Me encontraba en la hora del Getsemaní (devoción a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo) junto con otras 7 hermanas del grupo de oración, acompañando a Jesús. (11:00pm -3:00am) Y en medio de la oración el Señor me revela su cuerpo lacerado, su cuerpo lleno de sangre, su dolor era indescriptible, a duras penas podía sostenerse, su espalda estaba agachada del dolor de la flagelación, se podían ver sus llagas, su cabeza inclinada con la corona de espinas y su rostro miraba hacia el suelo, un manto rojo vino tinto caía sobre sus hombros y cubría su espalda. En la misma visión, Puedo ver su preciosa sangre, como corría por las calles empedradas y a la Santísima Virgen María,  llevaba un vestido largo azul oscuro, un manto blanco y velo azul oscuro que cubría su cabeza. Miraba a lo lejos sin poder hacer nada, con su corazón destrozado de dolor contemplaba a su Hijo amado.

El mensaje a la luz de la palabra

“Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca (Isaías 57, 3-7).

“porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mateo 26,28).

“Y cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Apocalipsis 5,9).