¿En dónde encontrarán refugio?

Diciembre 31 2012

Protegeme

Me encontraba en la celebración del Año Nuevo 2012-2013, con mi familia y unos amigos que habían venido de Miami a pasar las fiestas navideñas.

Para que nuestros hijos vieran los juegos pirotécnicos y la celebración de bienvenida del nuevo año, fuimos a Boston. Había muchas personas reunidas con la misma intención de festejar. Muchas familias con sus niños, parejas, jóvenes celebrando.

A las doce de las noche empezaron los juegos pirotécnicos, yo levanté mis ojos al cielo para verlos y en ese momento en lugar de ver las luces, empecé a ver misiles y bombas cayendo del cielo, en ese momento no escuchaba a la gente que estaba a mí alrededor. Lo único que podía oír eran el ruido de las bombas explotando, caían bombas y misiles dirigidos a esta nación, los Estados Unidos,veía que era de noche y la gente corría de un lado para otro, personas herida y en desesperación, era fuego y destrucción lo que había alrededor.

Yo no levante más mis ojos al cielo, después de ver esa devastadora y aterradora escena de dolor, empecé a llorar y a pedir a Dios Piedad y Misericordia. Escuche una voz que me dijo: y ¿a dónde correrán a refugiarse cuando esto ocurra?

 

ORACION

Salmo 91

Tú que habitas al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Omnipotente,
dile al Señor: ‘Mi amparo, mi refugio, mi Dios, en quien yo pongo mi confianza’.
Él te librará del lazo del cazador y del azote de la desgracia;’
te cubrirá con sus plumas y hallarás bajo sus alas un refugio.
No temerás los miedos de la noche ni la flecha disparada de día,
ni la peste que avanza en las tinieblas, ni la plaga que azota a pleno sol.
Aunque caigan mil hombres a tu lado y diez mil, a tu derecha,tú estarás fuera de peligro

su lealtad será tu escudo y armadura.
Basta que mires con tus ojos y verás cómo se le paga al impío.
Pero tú dices: ‘Mi amparo es el Señor’, tú has hecho del Altísimo tu asilo.
La desgracia no te alcanzará ni la plaga se acercará a tu tienda:
pues a los ángeles les ha ordenado que te escolten en todos tus caminos.
En sus manos te habrán de sostener para que no tropiece tu pie en alguna piedra;’
andarás sobre víboras y leones y pisarás cachorros y dragones.
Pues a mí se acogió, lo libraré, lo protegeré, pues mi Nombre conoció.
Si me invoca, yo le responderé, y en la angustia estaré junto a él, lo salvaré, le rendiré honores.
Alargaré sus días como lo desea y haré que pueda ver mi salvación’.

El mensaje a la luz de la palabra

» así dice Yahveh del rey que se sienta sobre el solio de David y de todo el pueblo que se asienta en esta ciudad, los hermanos vuestros que no salieron con vosotros al destierro;  así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo suelto contra ellos la espada, el hambre y la peste, y los pondré como aquellos higos reventados, tan malos que no se podían comer. Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los convertiré en espantajo para todos los reinos de la tierra: maldición, pasmo, rechifla y oprobio entre todas las naciones a donde los arrojé, por cuanto que no oyeron las palabras – oráculo de Yahveh – que les envié por mis siervos los profetas asiduamente; pero no oísteis – oráculo de Yahveh -.» (Jeremías, 29)

2. El exilio, revelación del pecado.

Fue necesaria esta persistencia de la catástrofe para que el pueblo y sus dirigentes adquirieran conciencia de su incurable perversión Jer 13,23 16,12s. Las amenazas de los profetas, tomadas hasta entonces a la ligera, se realizaban al pie de la letra. El exilio aparecía así como el castigo de las faltas tantas veces denunciadas: faltas de los dirigentes, que en lugar de apoyarse en la alianza divina, habían recurrido a cálculos políticos demasiado humanos Is 8,6 30,1s Ez 17,19ss; faltas de los grandes, que en su codicia habían roto con la violencia y el fraude la unidad fraterna del pueblo Is 1,23 5,8.. 10,1; faltas de todos, inmoralidad e idolatría escandalosas Jer 5,19 Ez 22, que habían hecho de Jerusalén un lugar de abominación. La ira del Dios santísimo, provocada indefinidamente, había acabado por estallar: «ya no había remedio» 2Par 36,16 Vocabulario Bíblico Leon Defour Exilio hjg.com.ar – Última actualización: 14-junio-2009

» Volví mi rostro hacia el Señor Dios para implorarle con oraciones y súplicas, en ayuno, sayal y ceniza.

Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos!  Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, no hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas

 No hemos escuchado a tus siervos los profetas que en tu nombre hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, a todo el pueblo de la tierra. A ti, Señor, la justicia, a nosotros la vergüenza en el rostro, como sucede en este día, a nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a Israel entero, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.

Yahveh, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él.

y no hemos escuchado la voz de Yahveh nuestro Dios para seguir sus leyes, que él nos había dado por sus siervos los profetas. Todo Israel ha transgredido tu ley, ha desertado sin querer escuchar tu voz, y sobre nosotros han caído la maldición y la imprecación escritas en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él. 

El ha cumplido las palabras que había pronunciado contra nosotros y contra los príncipes que nos gobernaban: que haría venir sobre nosotros una calamidad tan grande como no habría jamás bajo el cielo otra mayor que la que alcanzara a Jerusalén. 

Según está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad nos ha sobrevenido, pero nosotros no hemos aplacado el rostro de Yahveh nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y aprendiendo a conocer tu verdad. 

Yahveh ha estado atento a esta calamidad, la ha descargado sobre nosotros. Porque es justo Yahveh nuestro Dios en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos escuchado su voz.  Y ahora, Señor Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu pueblo del país de Egipto y te granjeaste con ello un nombre que dura hasta el presente, nosotros hemos pecado, hemos sido malos.

 Señor, por todas tus justicias, retira tu cólera y tu furor de Jerusalén, tu ciudad, monte santo tuyo; pues, a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el escarnio de todos los que nos circundan.  Y ahora, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas. Ilumine tu rostro tu santuario desolado, ¡por ti mismo, Señor!

Inclina, Dios mío, tu oído y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. No, no nos apoyamos en nuestras obras justas para derramar ante ti nuestras súplicas, sino en tus grandes misericordias. ¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y obra! ¡No tardes más, por ti mismo, Dios mío, pues tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo (Daniel, 9,3- 19